domingo, 11 de octubre de 2015

OTOÑO EN LA ALCARRIA. RUINAS PARLANTES: EL CÍSTER EN MONSALUD, GUADALAJARA; ROMA EN LA CÉLTICA ERCÁVICA, EN CUENCA, PAISAJES

Imponente fue el refectorio del Monasterio cisterciense de Monsalud

Paisaje decaído desde la reja del monasterio arruinado

Corredor bajo bóveda acañonada hacia la puerta enrejada
El campo circundante desde la reja, en Monsalud
Claustro de Monsalud ajardinado a la francesa
Sesgo del claustro del monasterio de Monsalud, en Guadalajara
Línea de cipreses cargados de fruto, prestos para la danza
Alfaques de Entrepeñas donde ayer había agua y barcas
Hierbas amarillas,  pinos, azul mínimo y lejano, celaje tormentoso
Cuadrícula y aparejos de arqueólogos
Ruinas rosáceas con cielo oscuro y charco azul de Entrepeñas desecado por el estrangulamiento del Tajo descoyuntado
Casa de la calle donde hubo columnas enteras
Hilera de casas con calle columnada
Necrópolis cristiana en un flanco de Ercávica
Sobre su pedestal, columna trunca y despellejada
Nubes, al fondo, matojo, delante. Señal al biés para un camino casi oculto
  Franja gris entre recias tierras de amarillos, ocres, bermejos y salpicaduras verdes
Hierro, piedra, chopo en abanico, horizonte neblinoso
Valladar arbóreo por donde se mira el puente y el verde jade del Tajo

sábado, 3 de octubre de 2015

OTOÑO EN LA ALCARRIA

El Tajo, mi río más querido, se viste de malaquita al pasar por estas tierras alcarreñas
Puente medieval sobre el Tajo, que más lejos se llama Tejo
Verdes, tierra, punto de amarillo, línea curva de la sierra, al fondo, y asomo de falsilla cortando el celaje grisáceo
Colores otoñales cerca del Tajo, en soledad...
He aquí la casa que fue de los Baroja, en Tendilla, Guadalajara, de la que habla Carmen Baroja en sus memorias, como me recordó Myriam de Maeztu
Pilón de Alcocer con agua cantarina y una tosquedad encantadora
Puerta y balcón floridos y no alineados en Alcocer, Guadalajara, donde está la iglesia monumental conocida como la catedral de la Alcarria

lunes, 14 de septiembre de 2015

MOMENTOS, POEMARIO DE JOSÉ ALCALDE HERNÁEZ

José Alcalde es camarero del café Botánico, en la calle Espalter, junto al Prado y frente al jardín Botánico, un lugar único en Madrid. Hace poco, quedé allí con mi editora  de la Vida de María de Maeztu, Luisa Maillard, y Susi Trillo, secretaria de la AMMU. Llegó luego Rosa Mascarell, quien tuvo el detalle de regalarme el libro de Santo rosario, de Héctor Solsona Quilis, ilustrado por ella con bellos dibujos coloreados, de inspiración sufí. José nos atendió amable, lleno de simpatía, elegante. En un momento dado, vio que teníamos un libro en la mesa y preguntó si era de poesía. Yo le dije que sin duda  él era poeta, pues si no no se hubiera percatado, tan siquiera por la apariencia, de que yo tenía en mis manos un  libro de poesía. De esta forma se entabló una  conversación espontánea, auténtica, realmente grata. José nos dijo que al finalizar el verano,  el 14 de septiembre, presentaría allí su libro Momentos, y nos invitó al acto. Le dije que me iba a Lisboa pero para entonces estaría ya de vuelta e iría encantada.
 Ha sido  algo muy inhabitual, entrañable, cálido. Todos los que forman el equipo del Café Botánico han querido arropar a su empleado y compañero.  A los asistentes nos han agasajado con vinos -yo he tomado un Rueda estupendo- y pinchos exquisitos: croquetitas, empanadillas, morcilla con cebolla, chistorra con pimiento verde, pimientos de padrón. He asistido a muchísimas presentaciones de libros; ninguna me ha resulatado tan deliciosa como esta. Quizá fuera porque no  había nada impostado y se respiraba cariño y amistad. Daniel, el hijo mayor de José, ha dicho unas palabras de apoyo y gratitud a su padre; luego, una amiga ha leído un  poema conmovedor por su sencillez: "Dos amigos".

viernes, 11 de septiembre de 2015

SAUDADE V

Cuando me voy de Lisboa me embarga la saudade, hasta que vuelvo, porque he de regresar pronto. Se congenia con las personas, con los lugares, con los paisajes, y no tan sólo por razones explicables. Lo más verdadero suele estar, cuando de razón cordial se trata, en lo informulado, quizá informulable; y las razones son, con frecuencia, justificaciones, "justificciones", tal vez.
En El juego del revés, relato lleno de finura irónica e inteligencia, cuenta Antonio Tabucchi que en el tren  Lusitania que lo llevaba de Madrid a Lisboa entabló conversación con un español simpático,  ceremonioso y, más que todo,  ávido de pegar la hebra. Después de ensartar una retahíla de lugares comunes acerca de cómo eran o dejaban de ser los portugueses, el dicharachero español concluyó su sesudo retrato  sobre los vecinos ibéricos diciendo que no tenían salero.    Tabucchi le retrucó, entonces, dándole la razón.  En efecto, afirmó, los portgueses carecen de salero pero a cambio tienen saudade. 

lunes, 31 de agosto de 2015

SAUDADE IV

Jaime de Almeida fue un periodista y poeta de Lisboa, afincado en Barreiro, una de las poblaciones de la otra margen del Tajo,  que murió a los 22 años, en 1982. Poco después, se publicó un poemario suyo, muy breve, tiulado Indizível saudade.  He seleccioado dos poemas que ofrecen aspectos enjundiosos para captar, en su riqueza, la semántica del sentimiento mentado con la voz "saudade". El primero abre el libro y se titula "Pórtico"

Nâo sou da geraçâo antiga nem moderna,
Canto a vida na sua verdade eterna.
De alegrias e tristezas,
De esperanças e cansaços!
Repudiando a maldade
Falando-lhes de amor e de saudade.
A todos os que sofrem, estendo os braços.

El segundo se llama  "Noite branca de saudade"

Un cepo a crepitar na noite morta
Pôe um morno claro no meu abrigo.
Neva lá fora, ao frígido castigo
Do vento norte, que trespassa e corta.

Bem poco o cepo ardente me conforta,
Se ninguém mais o vem gozar comigo.
Em vâo pespego os olhos no postigo,
Sem ver alguém em direcçâo à porta.

Porta encostada, sem ferrolho  ou tranca.
Bem a mandara abrir na noite branca
A quem me la batesse  -Entre  quem é!

E a noite envolve  a minha solidâo,
 Enquanto, rumo à pedra do fogâo,
Só a saudade vem, pé ante pé.

(Continuaré, porque han tocado)

Si nos fijamos en el primer poema, la saudade (ya prescindo de las comillas) es un hueco del alma, un vacío que se contrapone al amor, quizá, aunque también puede acompañarlo como indica la conjunción copulativa "e". Entonces, sería un amor saudoso, que viene a dar en saudade.  El instinto poético de Almeida le ha dictado un verso rico e ambiguo, que no debemos desambiguar so pena de mermar su aliento sugestivo.

En cuanto a "Noite branca de saudade", poema de mayor porte, lo que nos ofrece es nada menos que la saudade en persona, sí, hablo literalmente ya que, en la última estrofa, el poeta o el yo lírico si se quiere,  alicaído y envuelto por la soledad "solidâo" no recibe, pese a dejar, solícito, la puerta abierta , más visita que la de la Saudade, que llega andando, con un pie delante y otro detrás,  para dar figura a la noche en blanco, blanca ella también pues es de ella de donde irradia el blancor nictálope.

miércoles, 26 de agosto de 2015

SAUDADE III

"Esta palavra saudade
  Aquele que a inventou
  A primeira vez que a disse
  Com certeza que chorou"

Afonso Lopes Vieira, poeta de la Renascença  considerado neorromántico o garrettista.


Durante su estancia en Lisboa, en el primer lustro de los años cuarenta, redactó José Ortega y Gasset unas notas de  trabajo o apuntes  sobre la saudade.  Lo más atractivo de su aproximación a este interesantísimo tema es que Ortega muestra su desacuerdo con la visión predominantemente erótica que atribuyen  Carolina Michaëlis,  esforzada romanista y una de las primeras doctoras de la universidad europea, y Francisco Manuel de Melo al sentimiento de ausencia aludido con  el vocablo  "saudade".   Tal sentimiento es universal, arguye el filósofo, y no específico de la lengua portuguesa, en tanto que "saudade" sí es una de esas voces que los traductores, como diría Mario Wandruszka, consideran idiosincrásicas y por ende intraducibles.  Donde hay que poner la atención para entender qué siente un portugués cuando dice que tiene "saudade", es, a juicio de Ortega, en cosas más  humildes, cercanas y, en apariencia, menos trascendentes, en pequeñeces de todos los días.  En Portugal, "saudade" no es un sentir sino un ser,  precisa Ortega. (Continuará pues acaban de tocar el timbre en la BNP).  

viernes, 21 de agosto de 2015

SAUDADE II

Hay quienes, siguiendo a Karl Vossler, piensan que "saudade"  es de origen árabe pues desechan la posibilidad de que el diptongo  au-  pueda proceder de oi, y su posterior evolución, una vez perdida la -l- intervocálica, inestable y lábil hasta la desaparición en la mayoría de los casos, o su vocalización "mau" ("mal") o refuerzo  en -lh-como en "ilha". Piénsese, por ejemplo, en "pia" (<"pila"), "saúde"("salute-m"); "dor"("dolore-m"); "céu" ("caelu-m") y tantísimos otros vocablos en los que no queda rastro de la sonante l, como la llaman los indoeuropeístas.  Esta tesis toma como base el arabismo "saudah" que significa "añoranza", una de las notas de "saudade".No obstante, me resulta rígido en exceso descartar que un cambio infrecuente pueda darse excepcionalmente, máxime cuando dicho diptongo no es raro en la lengua en cuestión, y ese es el caso de  "au"  en portugués.  Las analogías formales de índole fónica ocurren en todas las lenguas.  No queda, creo yo,  definitivamente resuelto este asunto de la etimología ni en un sentido ni en otro. El portugués dispone, también, de la voz "solitude",tomada, al parecer, del francés como voz ya culta y poética frente a la patrimonial "solidâo".  Se trataría de un doblete sui generis  si quedara acreditado el origen latino de "saudade". Mas se aclare o no tal cuestión, ahora son, de facto, en el plano sincrónico, dos voces próximas aunque no sinónimas en lo semántico.
"Saudade" es la voz central de una pequeña costelación donde se encuentran "Saudosismo", corriente literaria decimonónica cultivada por excelencia por Teixeira de Pascoaes, el poeta de las nebulosidades del Támega, amigo del alma de Unamuno, y el adjetivo "saudoso-a", que admite superlativo absoluto en-ísimo.
En la mayoría de los epitafios que he visto en los cementerios románticos de Évora y Lisboa  (Prazeres)los deudos se declaran "saudosos" de la persona que se ha ido.
Esta acepción de desconsuelo por la pérdida de una persona amada es una de las más importantes y fructíferas de las varias que posee esta hermosa palabra.  No hay discurso fúnebre o planto por la muerte de alguien en que no se halle "saudade" más de una vez.   Puede incluso hablarse de que si encontramos en un índice el título "Palavras de saudade"  estaremos ciertamente  ante  el elogio que se pronunció en una celebración u homenaje tributado a alguien desaparecido.  De un opúsculo así titulado, del fondo de la BNP, extraigo estas dos ocurrencias:  "É esta a imagem  admirável  de M.K.  que fica para todos nós ao evocarmos, con enternecida saudade, o seu perfil  recto e aprumado!"
Y un poco más adelante:  "Que Deus Bendito tenha a sua alma em paz e receba as lágrimas de saudade e as oraçôes, sâo os nossos votos ardentes, para que os seus lindos filhos, no futuro, o tenham sempre presente"...   

martes, 18 de agosto de 2015

SAUDADE I

Leyendo O jogo do reverso, de Antonio Tabucchi, en la Biblioteca Nacional de Lisboa (así lo pone en la fachada), me encuentro esta hermosa reflexión sobre la saudade:  " A saudade, dizia Maria do Carmo, nâo é uma palavra, é uma categoria do espírito, só os portugueses conseguem senti-la, porque  têm esta palavra para dizer que a têm, como disse um grande poeta".
Tabucchi es uno de los escritores más finos que yo recuerde ahora.  Por eso me abstengo de comentar lo que dice, que debe ser apreciado por cada lector como mejor le cuadre e interpretado como le guste. Tampoco, bien lo decía Unamuno, es preciso traducir el portugués. "Saudade", como nuestra "soledad", tiene su origen en el lat."solitate-", pues del acusativo, ya sin la -m,  suele partirse para elucidar la etimología de las voces romances.
Yo tengo saudade de Tabucchi cada vez que vengo a Lisboa. Hace dos años fui a visitar su recuerdo al cementerio de los Placeres,  sobre el Tajo,  en el barrio donde vivió su alma gemela, Fernando Pessoa, los últimos años de su estancia en este mundo.  Pero no encontré su tumba porque lo habían incinerado, y no quise preguntar, prefiero continuar la búsqueda. Me hubiera encantado recorrer las calles del Baixa con él, ir al Martinho en la plaza más bella del mundo, la que tiene al Tajo de Garcilaso como cuarta pared.
O jogo do reverso es un relato  hermosísimo, con la sobridad y la delicadeza que tiene todo lo que escribió Tabucchi, y, además, comienza en el Museo del Prado, ante las Meninas.   

jueves, 6 de agosto de 2015

OBRAS


He permanecido silente  durante un tiempo a causa del disgusto que tengo por el cierre del Café Comercial.  A partir de ahora, si la cosa no se repara, me será difícil llegar a la Glorieta de Bilbao y mirar al recodo donde estaba este café de aspecto bohemio, con su punto de abandono del tiempo, su sobria  y anchurosa elegancia, su profundo encanto.  En el recuerdo me quedarán sus columnas y espejos, la barra que daba a Fuencarral, sus veladores, por no entrar en otras evocaciones de índole personal.
Confiemos en que revivan la esquina del quiosco, la boca de metro y el café, que no suman nuestra ciudad  en un sinfín de locales anodinos y homogéneos, de esos que menudean por doquiera que se vaya.
Entre tanto, vuelvo al sabor de la lengua.  Quiero hoy comentar otro cambio absurdo que vengo observando y oyendo de un tiempo  acá.  Se trata de la sustitución de "obras", vocablo claro y distinto, que decían los clásicos,  por "trabajos" para indicar que algún servicio se demora o deja de prestar.  Me barrunto que, una vez más, el trueque se debe a un innecesario y torpísimo calco del inglés   "works".
Fue en el metro, si no me equivoco, donde oí por vez primera un anuncio que advertía del cierre de una línea por  "trabajos"  y me pregunté a qué venía tan sandia innovación. La respuesta es fácil.  Estamos ante otro caso de insensibilidad verbal,  negligencia y, en suma, desamor por la lengua.  Quien conoce el idioma de verdad y le tiene afecto no lo trufa de interferencias extrañas y, sobre todo, impertinentes.  Los dislates corren a gran velocidad en estos tiempos  de necio mimetismo. Basta que un locutor diga "a día de hoy" en lugar de "hoy en día" para que lo repitan  todos cual papagayos y se olvide la forma propia y apropiada.   También quisiera saber a qué viene que ya no se diga "cola" sino "fila", como si fuera lo mismo,  ni "picaporte"  sino  "manivela".

domingo, 26 de julio de 2015

BIZARRO ES GALLARDO, GALANO, NO EXTRAVAGANTE

En lengua pura, fácil, limpia y neta -Lope de Vega, dixit-  "bizarro" es animoso, bravo,  pundonoroso, valiente al tiempo que apuesto, gallardo, galano.    Así,  el mismo Lope, empleando el sustantivo correspondiente, llamó  Las bizarrías de Belisa a una comedia deliciosa  escrita al fin de su vida donde la dama protagonista y epónima hace gala de sumo ingenio y finura para conseguir sus propósitos amatorios y hacerse cargo de su vida con donaire, que eso es, o casi,  lo que quiere decir el título: los donaires de Belisa.
No obstante, es frecuente oír y encontrar ejemplos en los cuales se utiliza este adjetivo con el sentido que tiene en inglés o en francés, no habiendo para ello más razón que el descuido y desamor a la lengua y a los usos pertinentes del habla.  Hay un blog que  registra noticias pintorescas de diversos lugares de nuestro país y se llama, erróneamente, La España bizarra.  En los textos del Siglo de Oro se encuentra con frecuencia el adjetivo "bizarro" o "bizarra"  con el significado idóneo antedicho.
  
Si saltamos al siglo XX, en la  espléndida zarzuela Luisa Fernanda de Moreno Torroba, de ambiente romántico, los libretistas, Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, llaman "bizarras" a las encinas extremeñas de la finca del  desdichado, caballeroso y bizarro Vidal, quien elegantemente renuncia al cariño de la protagonista en vista de que no hay duda de que a quien ama realmente es a Javier.  He aquí la estrofa de marras:

             En mi tierra extremeña
             tengo un nido de amores,
             entre encinas bizarras
              y castaños y robles,
               donde el pájaro quiere
                que una pájara venga
                para ser soberana
                de mi casa labriega.
  La  FUNDÉU, a veces más atinada que la RAE,  ha comentado el error. Pero no hay manera. Hace sólo un par de días oí  "bizarro" mal empleado en RNE.  Fue entonces cuando pensé en dedicarle  un apartado en mi cuaderno El sabor del habla, incluido en Las cañas de Midas.   

lunes, 20 de julio de 2015

AVERIADO

Así era como se indicaba, no hace tanto tiempo, que algo no se podía usar, que estaba estropeado.  También podíamos encontrar, en un ascensor, por ejemplo, un letrero que dijera, simple y escuetamente: No funciona.  Pero como la lengua anda maltrecha pues los hablantes están en otra cosa, quizá en la telesandia, tal vez en el teléfono que toquetean por doquier, a toda hora, a riesgo de chocarse con el paseante que, inocente, va, tranquilo, en sentido opuesto al maxmordón de turno, entonces, como los homines loquentes no están en lo que celebran, en lugar de los sencillos y claros mensajes de antaño   que todo el mundo entendía, ahora nos castigan la vista y el oído con letreros de este pedantesco jaez:  "Fuera de servicio".  Yo creí que los anglicismos se imponían por su sencillez, porque decían de forma sucinta lo que el español  sólo expresa con un circunlocuo.  Resulta que no. Hay que ser deslenguado para escribir lo que decía, hoy, en la Biblioteca Nacional de España, el letrero que prevenía en la puerta de uno de los servicios de mujeres:  "Fuera de servicio"  Out of service?  ¿Quién? Estar de servicio, pensaba yo, se decía de quien estaba de turno, del trabajador que estaba en el tajo en un momento dado.  Si, para colmo, nadie, ni  el presidente del Gobierno, sabe inglés.  Igual da.  ¿Será que la ramplona  jerigonza psicopedagógica se ha expandido, agresiva, fuera de las aulas y los gabinetes y  nos invade?  Habrá que precaverse, querido Sancho Panza. ¡Cuánto mejor regüeldas tú, aunque te caiga más de un rapapolvo por tu afición a refranear!

lunes, 13 de julio de 2015

SIEMPRE MAÑANA, Y NUNCA MAÑANAMOS, DECÍA LOPE DE VEGA

Iba yo a comentar algo de "mañaneo", garboso y sugerente vocablo que prueba el brío de estos derivados en -eo, cuando me acordé del hermoso soneto de Lope de Vega, en particular  del último endecasílabo del primer terceto: "¡Siempre mañana, y nunca mañanamos!"
Así son las cosas de la lengua. Una voz te lleva a otra, por encadenamiento, reclamo, remite, resón y quién sabe qué intríngulis, busilis o asociación profunda informulada.
Rememoré, luego, lo que con quejumbre noventayochesca decía Francisco Navarro Ledesma, cervantista y catedrático de Retórica del instituto Cervantes, a su amigo José Ortega y Gasset:
"No mañanamos".
Huelga decir que enseguida pensé en el conocidísimo artículo de Mariano José de Larra:  ¡"Vuelva usted mañana"!
Y me fui al  DRAE, mas hete aquí que sólo se halla el frecuentativo "mañanear" y no el lopesco "mañanar".   No veo razón de fuste para tal criterio.  Miraré en el  histórico, aunque creo que ambos verbos deben estar en el diccionario de uso general.
"Mañanar", hermosa palabra, es antónima de "volver mañana"; significa algo así como "espabilar", "actuar con diligencia y prontitud", "ponerse manos a la obra", "menear las tabas".  Ya sé que podría haber dicho que es lo opuesto a "procrastinar",   pero no me gusta lo más mínimo este horrísono préstamo del inglés, por muy latina que sea su raíz "cras", equivalente a nuestro adverbio "mañana".
El licenciado Tomé de Burguillos, heterónimo de Lope, sabía bien de la riqueza poética y retórica que procura al español la coincidencia del adverbio temporal para mentar el día siguiente: "mañana" (¡no el día después, por favor, periodistas!)  con el sustantivo que nombra una parte del día: "la mañana". 
 Como también conocía el latín,  en el  segundo verso del primer cuarteto alude el Fénix  a la onomatopeya del graznido del cuervo que cabe percibir en el "cras, cras" o "Tanto mañana, y nunca ser mañana!"  con que comienza la composición:


               CÁNSASE EL POETA DE LA DILACIÓN DE SU ESPERANZA

                                ¡Tanto mañana, y nunca ser mañana!
                                 Amor se ha vuelto cuervo o se me antoja.
                                 ¿En qué región el sol su carro aloja
                                    de esta imposible aurora tramontana?

                                   Sígueme inútil la esperanza vana,
                                   como nave zorrera o mula coja;
                                   porque no me tratara Barbarroja 
                                   de la manera que me tratas, Juana.

                                   Juntos Amor y yo buscando vamos,
                                    esta mañana. ¡O dulces desvaríos!
                                   ¡Siempre mañana, y nunca mañanamos!

                                    Pues si vencer no puedo tus desvíos,
                                    sáquente cuervos destos verdes ramos
                                    los ojos. Pero no, ¡que son los míos!


                                        Y NUNCA MAÑANAMOS
                                       
                                        No es un juego el "luego".
                                        devasta más que el fuego

                                         Margarita Hernando de Larramendi
                                         Las siete en Canarias
                                     
                     

  
  

viernes, 10 de julio de 2015

TARDEO

En efecto. Mi olfato de sabuesa verbal no me engañaba. El sufijo -eo está muy vigoroso, y no sólo con matiz irónico. Al poco de redactar la entrada con los ejemplos de este jaez, descubro otra voz, al parecer,  pujante: "tardeo".  Viene a ser algo así como ir de paseo o de tapeo a la caída de la tarde.  De momento no sé si me gusta o no. Hay que dar tiempo al tiempo. Al menos no está mal formada.  Seguiré indagando otros usos para poder calibrar con más y mejor criterio qué aporta de bueno esta novedad léxica.

miércoles, 8 de julio de 2015

FAMOSEO, POSTUREO, FANTASMEO

Gran vitalidad productiva muestra en nuestros tiempos el sufijo -eo en su sesgo irónico despectivo. No están mal estos  neologismos. Son voces expresivas y su formación no es ajena ni violenta la urdimbre de nuestra lengua. Mi preferida es "postureo". Me resulta garbosa y muy plástica. Bien  sabían Arniches y los libretistas de zarzuela de la importancia de las posturas para retratar a sus personajes sandungueros y jacarandosos, como por ejemplo, Serafín el pinturero y tantos otros.
   Recuerdo el asombro que produjo a dos amigas queridas, Josefina y Marga, el oírme usar este vocablo, sabedoras ellas de lo que me gusta e importa la lengua y su enjundia y de cómo me duele que la vapuleen políticos, periodistas y otras gentes descuidadas. A nadie con buen oído verbal le extrañaría que se calificara de "posturas " o mejor aún "el posturas" a un pisaverde con maneras afectadas y aire envarado o tieso.
 No sé si he empleado "famoseo" alguna vez, pero la prefiero al horrible calco "celebridades" que se oye cada vez más.
 En cuanto a la última en irrumpir, "fantasmeo", tiene también su ocurrencia y hasta su gracia. Por lo que colijo, alude a quien -como se decía antaño- dijo que iba por el periódico y no volvió más. Se desvaneció como si de un fantasma se tratara. Más vale llamarlo así que calcar el "ghosting".  El recurso al -ing del inglés en puentin, futin, etc., causa ya hartazgo amén de resultar incomprensible para cualquier anglófono.

jueves, 2 de julio de 2015

LUGARES. Vagando por el barrio de Argüelles, en la calle de Fernández de los Ríos con Escosura, reparé en esta placa con una leyenda casi críptica para la mayoría de los paseantes: En estos lugares el poeta José de Zorrilla se dio a conocer en la despedida de Larra. Suena un poco extraño lo de lugares, así, en plural, como si de las fuentes teológicas se tratara o del eufemismo que usaban, antaño, los alumnos de los jesuitas cuando pedían permiso para ir a un sitio cuyo nombre siempre se rehúye. No creo que sea fácil entender qué ocurrió en realidad en el lugar que hoy ocupa esa finca y otras colindantes. Allí estuvo el cementerio llamado de Fuencarral o de la Puerta de Fuencarral, el que sale en la trilogía madrileña de Pío Baroja: La lucha por la vida. Y allí recibió sepultura Mariano José de Larra, tras ser velado en la cripta de la iglesia de Santiago, próxima a su domicilio de Santa Clara. El poeta y aventurero vallisoletano, entonces joven y poco conocido, leyó un poema en honor del malhadado Larra, y fue de este modo como se inició su fama. He aquí los dos primeros endecasílabos:Ese vago clamor que rasga el viento/ es la voz funeral de una campana. Zorrilla no era mucho más joven que Larra. Se llevaban menos de diez de años. No obstante, la vida del autor del Tenorio fue mucho más larga. En su espléndido libro de memorias, Recuerdos del tiempo viejo, reeditado hace unos años, rememora el acontecimiento aludido en esta placa.


jueves, 18 de junio de 2015

SCRIPTA MANENT

Impávido no se quedaría Gonzalo Hidalgo Bayal, el mejor escritor español vivo, con Luis Landero,  si viera lo que acabo de ver en un magnífico artículo de hace años escrito por Ricardo Senabre, a quien tanto echo en falta cada vez que me hago con el Cultural de El  Mundo.  Se trata de una brillante panorámica sobre la novela española en torno al 2000 publicada, en 1995, en Letras de Deusto.  Para quien no lo sepa, y no es el caso de GHB,  Senabre era un crítico excelente cuya opinión convenía conocer. No obstante, era algo pejiguera y algo o bastante tiquismiquis.  Como si de un avezado maestro de escuela se tratara, podía rematar una reseña elogiosa diciendo cosas de este porte: "lástima que se le haya escapado el tedioso 'retomar' cuando podría haber dicho 'volver', 'reiniciar', 'incidir' y hubiera quedado mejor" o bien: "Es una pena el desliz que comete fulanito al decir 'punto y final', aunque no es desdoro para un libro sin duda excelente".  Pues bien, el error de Senabre es decir que la aparición de Juegos de la edad tardía  fue una "sorpresa inesperada". Claro, si es sorpresa huelga decir lo de inesperada. Recuerdo que hace mucho, en el Instituto Alemán cometí el error de decir   'Ich hatte eine unerwartete Überraschung'. Preocupada, sin duda, por la concordancia  del adjetivo cuando precede al sustantivo, no reparé en la redundancia en que incurría. Atender a la morfosintaxis me llevó a desatender a la semántica.   El sentimiento verbal, en puridad, sólo se tiene en la lengua materna.  Digan lo que digan.

martes, 16 de junio de 2015

NO DIGAS DE ESTA AGUA NO BEBERÉ

Lamentablemente, cada vez se oye con más frecuencia "No  digas de este agua..", ese área, ese aria, cuando el determinante debería ir en femenino. Se trata de la regla de los femeninos que comienzan con a tónica, con o sin  tilde, tanto da.  Hay que decir esta aura. Hasta en el Tenorio, ese personaje odiado por una actriz inmensa que fuera de las tablas confunde el culo con las témporas y arremete contra el Retablo de Maese Pedro, decía que incluso recitando el Tenorio he oído la concordancia  errónea.  Aún recuerdo la regla de mi gramática escolar que decía que con estos sustantivos había que emplear: el, un, algún, ningún. Nada más.   Incluso los dos últimos eran opcionales. De ahí, justamente, procede el error.  Los otros determinantes, todos, han de ir en femenino: esa ancla, esta alma, aquella áncora. El Diccionario panhispánico de dudas de la RAE lo explica con claridad.  La utilización de el con femeninos como alba tiene un origen histórico y, hoy, busca evitar la cacofonía que pudiera producirse por la secuencia de las dos aes.   Evitemos, pues, decir el otro aula y otras discordancias de ese jaez.

sábado, 13 de junio de 2015

SOBRE LA INADECUACIÓN DEL USO DEL VERBO EXISTIR PARA HABLAR DE LAS PALABRAS. De la lengua habla todo hijo de vecino y en cierto modo es natural. No obstante, hay quien lo hace con poco tino, bien por rigidez académica y falta de sentido verbal bien por ignorancia respecto a cómo ha de hablarse cuando de la lengua se trata. Hoy, voy a ocuparme de errores terminológicos graves y frecuentes. Acabo de ver en un foro lingüístico que los participantes se enzarzaban en una discusión acerca de si tales vocablos existían o dejaban de existir. De inmediato, me he acordado de mi querido y sabio profesor, Agustín García Calvo, el Merlín de Juegos de la edad Tardía, mi queridísima novela de Luis Landero. Agustín disuadía a sus alumnos del empleo del verbo "existir", nacido, según él, para formular la oración (atiéndase al doble significado de la voz) "Dios existe". Las palabras no, sostengo yo ¿Qué podemos predicar, entonces, de las palabras? No su existencia, desde luego, tampoco es tan importante que estén o no en el Diccionario de la RAE. Hay veces que los criterios son de manga ancha y aroma demagógico (cocretas, almóndigas, ye en lugar de i griega) otras pedantes y poco certeros (deconstrucción en lugar de desconstrucción; Sudamérica por Suramérica). ¿A qué carta quedarnos, pues? Hay varias. De las palabras se puede predicar que están vivas, son bellas, suenan bien, su derivación es acorde con la forma interna de la lengua, son oportunas, necesarias, reveladoras, musicales, enjundiosas, vivaces, precisas, ambivalentes, feas, horrísonas y mucho más. Aquí quería hablar, sobre todo, de cómo no abordar comentario alguno referente a las palabras. Si recurrimos, en esta materia, al verbo existir o a tomar como dogma el DRAE, vamos mal, tan mal que no abocaremos más que al enredo confundente del círculo vicioso.