viernes, 7 de julio de 2017

DE ALPARGATAS A LA DE TOLEDO

Ayer, con la tormenta, se desgualdraparon mis alpargatas de color rosa con trabilla de talón, que tanto me gustaban, en vista de lo cual, después de la rica comida japonesa en NipponSei -de la plaza de Santo Domingo- me fui a reponerlas a Casa Hernanz, comercio galdosiano como él solo.
La tienda es una auténtica delicia. No solo hay más alpargatas y más bonitas que en ningún otro sitio, sino que por el techo cuelgan cestos, canastos, espuertas, cuévanos, cedazos, banastas, redecillas queseras y garbanceras, mangas pasteleras de estameña y otros objetos recién fabricados de los que  no se encuentran más que en museos etnológicos o libros de Azorín. Es una verdadera y genuina espartería, aunque no esté en  la calle de Esparteros sino en Toledo con Latoneros.
La alpargata de esparto y algodón, con cuña, es mi calzado favorito para los veranos de Madrid y Lisboa. Me permite subir por las calles del Madrid de los Austrias y triscar por las colinas lisboetas. Se agarra muy bien a la calzada portuguesa y protege del empedrado castellano. Y son muy elegantes con falda larga, casi larga y hasta con pantalón. En Galicia, en cambio, apenas puedo utlizarlas. Si se mojan se hinchan y despegan, y mis pobres alpargatas de color rosa soportaron dos tormentas casi bíblicas y  la segunda fue calamitosa para ellas. Las que las sustituyen son de ante rosa, preciosas, eso sí, pero no sé yo si van a ser cómodas y llevaderas como las de algodón. No tenían de algodón  porque -según me dijo el dependiente- reponen los colores básicos, y el rosa palo no lo es.
El público y los clientes de Casa Hernanz -que de todo hay- son  variopintos: japonesas que no paran de hacer fotos, como yo; madres con hijas, parejas y solitarios de cualquier lugar del mundo; madrileños de los de abolengo y americanas que saben del renombre de la Casa y compran para toda su familia. Siempre hay cola que asciende hasta los soportales que dan entrada a la plaza Mayor. Yo me sé cuándo no la hay, y suelo ir entonces, pero también es simpático hacer la cola y participar de la cháchara que la entretiene.