viernes, 21 de agosto de 2015

SAUDADE II

Hay quienes, siguiendo a Karl Vossler, piensan que "saudade"  es de origen árabe pues desechan la posibilidad de que el diptongo  au-  pueda proceder de oi, y su posterior evolución, una vez perdida la -l- intervocálica, inestable y lábil hasta la desaparición en la mayoría de los casos, o su vocalización "mau" ("mal") o refuerzo  en -lh-como en "ilha". Piénsese, por ejemplo, en "pia" (<"pila"), "saúde"("salute-m"); "dor"("dolore-m"); "céu" ("caelu-m") y tantísimos otros vocablos en los que no queda rastro de la sonante l, como la llaman los indoeuropeístas.  Esta tesis toma como base el arabismo "saudah" que significa "añoranza", una de las notas de "saudade".No obstante, me resulta rígido en exceso descartar que un cambio infrecuente pueda darse excepcionalmente, máxime cuando dicho diptongo no es raro en la lengua en cuestión, y ese es el caso de  "au"  en portugués.  Las analogías formales de índole fónica ocurren en todas las lenguas.  No queda, creo yo,  definitivamente resuelto este asunto de la etimología ni en un sentido ni en otro. El portugués dispone, también, de la voz "solitude",tomada, al parecer, del francés como voz ya culta y poética frente a la patrimonial "solidâo".  Se trataría de un doblete sui generis  si quedara acreditado el origen latino de "saudade". Mas se aclare o no tal cuestión, ahora son, de facto, en el plano sincrónico, dos voces próximas aunque no sinónimas en lo semántico.
"Saudade" es la voz central de una pequeña costelación donde se encuentran "Saudosismo", corriente literaria decimonónica cultivada por excelencia por Teixeira de Pascoaes, el poeta de las nebulosidades del Támega, amigo del alma de Unamuno, y el adjetivo "saudoso-a", que admite superlativo absoluto en-ísimo.
En la mayoría de los epitafios que he visto en los cementerios románticos de Évora y Lisboa  (Prazeres)los deudos se declaran "saudosos" de la persona que se ha ido.
Esta acepción de desconsuelo por la pérdida de una persona amada es una de las más importantes y fructíferas de las varias que posee esta hermosa palabra.  No hay discurso fúnebre o planto por la muerte de alguien en que no se halle "saudade" más de una vez.   Puede incluso hablarse de que si encontramos en un índice el título "Palavras de saudade"  estaremos ciertamente  ante  el elogio que se pronunció en una celebración u homenaje tributado a alguien desaparecido.  De un opúsculo así titulado, del fondo de la BNP, extraigo estas dos ocurrencias:  "É esta a imagem  admirável  de M.K.  que fica para todos nós ao evocarmos, con enternecida saudade, o seu perfil  recto e aprumado!"
Y un poco más adelante:  "Que Deus Bendito tenha a sua alma em paz e receba as lágrimas de saudade e as oraçôes, sâo os nossos votos ardentes, para que os seus lindos filhos, no futuro, o tenham sempre presente"...   

martes, 18 de agosto de 2015

SAUDADE I

Leyendo O jogo do reverso, de Antonio Tabucchi, en la Biblioteca Nacional de Lisboa (así lo pone en la fachada), me encuentro esta hermosa reflexión sobre la saudade:  " A saudade, dizia Maria do Carmo, nâo é uma palavra, é uma categoria do espírito, só os portugueses conseguem senti-la, porque  têm esta palavra para dizer que a têm, como disse um grande poeta".
Tabucchi es uno de los escritores más finos que yo recuerde ahora.  Por eso me abstengo de comentar lo que dice, que debe ser apreciado por cada lector como mejor le cuadre e interpretado como le guste. Tampoco, bien lo decía Unamuno, es preciso traducir el portugués. "Saudade", como nuestra "soledad", tiene su origen en el lat."solitate-", pues del acusativo, ya sin la -m,  suele partirse para elucidar la etimología de las voces romances.
Yo tengo saudade de Tabucchi cada vez que vengo a Lisboa. Hace dos años fui a visitar su recuerdo al cementerio de los Placeres,  sobre el Tajo,  en el barrio donde vivió su alma gemela, Fernando Pessoa, los últimos años de su estancia en este mundo.  Pero no encontré su tumba porque lo habían incinerado, y no quise preguntar, prefiero continuar la búsqueda. Me hubiera encantado recorrer las calles del Baixa con él, ir al Martinho en la plaza más bella del mundo, la que tiene al Tajo de Garcilaso como cuarta pared.
O jogo do reverso es un relato  hermosísimo, con la sobridad y la delicadeza que tiene todo lo que escribió Tabucchi, y, además, comienza en el Museo del Prado, ante las Meninas.