martes, 30 de enero de 2024

Acerca de mi lectura del libro de Luis Landero que llega mañana, 31 de enero, a las librerías: La última función

Mi entrada de hace unos días no es una reseña al uso. Las reseñas tienen el propósito de presentar un libro al lector. Nunca fue esta la finalidad de mi trabajo, que no estaba destinado a ningún periódico. Conozco y disfruto la literatura de Luis Landero, uno de nuestros mejores escritores, en mi criterio. Al hilo de mis sucesivas lecturas de La última función,ocupación que me supone una vivencia profunda e intensa, fui observando relaciones con otros obras del escritor y de otros granes autores de nuestra tradición. No es un proceso premeditado ni voluntario. En esta ocasión yo era muy libre en cuanto al planteamiento. No tenía un límite como el que establecen, por lo general, los periódicos. Los vínculos se perciben o van aflorando con fluidez, sin buscarlos. Así, el narrador me recuerda, en gran medida, al de Caballeros de fortuna. La manera entusiasta de ponerse a la faena todos los vecinos tiene algo de la planificación y puesta en marcha de la fábrica de El mágico aprendiz. Luego se respiran aquí y allá aires conocidos de los grandes autores de nuestra tradición. Felizmente. Landero no tiene nada de escritor adánico. En tal caso no lo leería. Mas por encima de todo, Landero es un escritor con un mundo propio desde su primera novela. Eso comporta un atractivo adicional para sus lectores, me imagino. Para mí lo tiene, sin duda. Algo semejante me ocurre con otros escritores a los que también leo con fruición e interés: Gonzalo Hidalgo Bayal y Marcos Giralt Torrente. No son, empero escritores que se repitan, sino que siempre dirigen su atención a territorios y personajes que encanrnan su interés, sus obsesioines e inquietudes, y, no obstante, en cada nueva obra, exploran y alumbran nuevos matices y perspectivas diferentes. En fin, lo diré con palabras de Ortega: el individuo-personaje Tito es de la especie Landero, como el Quijote lo era de la especie Cervantes. Algo similar, mutatis mutandis, acontece con GHB y MGT. (En unos meses volveré a escribir sobre La última función, de manera más escueta).