A Thomas, mi amigo neoyorquino, y a Teresa, lisboeta y habitante del Algarve.
Es tan discreto que se esconde entre el estadio y el hospital, en la parte alta de la villa.
Por fuera de la tapia blanca, dieciocho cipreses alineados; dentro, un algarrobo hojoso, a la derecha, y, al frente, una encina de amplia copa.
No son muchas las sepulturas, ni están alineadas. Hace tiempo que no hay inhumaciones, pero las lápidas de mármol parecen cuidadas. Las inscripciones hebraicas están bien incisas. Alguna ostenta un delicado ornamento floral en derredor y, aun desvaído, se vislumbra su tono rosáceo. Nada, salvo los dos árboles, quiebra la línea horizontal. Tal era la usanza de los sefarditas "retornados" en el siglo XVIII, tras el gran terremoto de Lisboa.
No hace tanto, este lugar sagrado y memorable estaba sumido en el olvido. Las vivaces y los desechos habían desfigurado su condición. Disgregada la comunidad que lo fundó, ya nadie reparaba en las historias, vivencias y tribulaciones humanas allí depositadas.
Un día, sin embargo, llegó de lejos Isaac Bitton. Asentado por entonces en Woodstock, Illinois, nacido en Lisboa e hijo de una farense, había residido, también, en Israel. Quería conocer la ciudad donde su madre vino al mundo. Al tiempo, indagó acerca de la comunidad judía y se acercó al viejo cementerio.
Le acompañaba su hermano Joseph.
La desolación abrumó a Isaac al contemplar tamaña desidia. Y se preguntó cómo era posible que aquel recinto del recuerdo eterno no recibiera ni la atención ni el cuidado de nadie. Dispuesto a cambiar las cosas, organizó una fundación, recabó ayudas en uno y otro confín, y encontró un entusiasta colaborador en Portimâo.
De esta manera renació el cementerio. Más tarde, dio cobijo al Centro Judío de Faro.
Ralf Pinto
El pasado 7 de agosto, murió en Portimâo la persona que , desde tierra lusa, se había unido, con afán y celo, al empeño de Isaac Bitton.
Siete días después, el recoleto cementerio farense lo acogió en su seno.
Ninguno de los presentes había asistido a la última ceremonia fúnebre celebrada allí; hacía más de setenta años.