lunes, 1 de junio de 2015

El Cerro de las cabezas, junto a Valdepeñas, fue una boyante ciudad ibérica. En primavera, los recios colores de las tierras manchegas esplenden, de consuno, con un limpio celaje, matizado por algunos toques de algodón.



    El camino hacia el yacimiento nos recibe con exuberantes retamas y adelfas en flor

         Predominio del   tono rojizo, ferruginoso, el mismo que encontramos en  las cervantinas  Lagunas de Ruidera
      Una calle del poblado ibérico; el tiempo de los muros, el instante de la sombra.
                                  Tierra cárdena, vestigio de los muros que un día se alzaron
    Muy cerca, la carretera principal,  y, tras ella, los campos de viñedo y cereal; más allá, olivos
   Otra vista del panorama que ofrecen los campos allende la ciudad ibérica del Cerro de las cabezas
   Aquí se aprecia el perímetro de las viviendas  en cuadrícula, distintas a las de los castros celtas          donde predomina la casa curva
                        Si no se cuida este hermoso yacimiento,  quedará sepultado por la erosión



La bonita Plaza Mayor de Valdepeñas, el pueblo del ex-futuro premio Cervantes Paco Nieva, el gran dramaturgo, cuya casa natal  se encuentra muy cerca

                                       Otra perspectiva de la Plaza, con la fuente barroca ajardinada con unos absurdos arbustos retorcidos