lunes, 20 de julio de 2015

AVERIADO

Así era como se indicaba, no hace tanto tiempo, que algo no se podía usar, que estaba estropeado.  También podíamos encontrar, en un ascensor, por ejemplo, un letrero que dijera, simple y escuetamente: No funciona.  Pero como la lengua anda maltrecha pues los hablantes están en otra cosa, quizá en la telesandia, tal vez en el teléfono que toquetean por doquier, a toda hora, a riesgo de chocarse con el paseante que, inocente, va, tranquilo, en sentido opuesto al maxmordón de turno, entonces, como los homines loquentes no están en lo que celebran, en lugar de los sencillos y claros mensajes de antaño   que todo el mundo entendía, ahora nos castigan la vista y el oído con letreros de este pedantesco jaez:  "Fuera de servicio".  Yo creí que los anglicismos se imponían por su sencillez, porque decían de forma sucinta lo que el español  sólo expresa con un circunlocuo.  Resulta que no. Hay que ser deslenguado para escribir lo que decía, hoy, en la Biblioteca Nacional de España, el letrero que prevenía en la puerta de uno de los servicios de mujeres:  "Fuera de servicio"  Out of service?  ¿Quién? Estar de servicio, pensaba yo, se decía de quien estaba de turno, del trabajador que estaba en el tajo en un momento dado.  Si, para colmo, nadie, ni  el presidente del Gobierno, sabe inglés.  Igual da.  ¿Será que la ramplona  jerigonza psicopedagógica se ha expandido, agresiva, fuera de las aulas y los gabinetes y  nos invade?  Habrá que precaverse, querido Sancho Panza. ¡Cuánto mejor regüeldas tú, aunque te caiga más de un rapapolvo por tu afición a refranear!