miércoles, 8 de julio de 2015

FAMOSEO, POSTUREO, FANTASMEO

Gran vitalidad productiva muestra en nuestros tiempos el sufijo -eo en su sesgo irónico despectivo. No están mal estos  neologismos. Son voces expresivas y su formación no es ajena ni violenta la urdimbre de nuestra lengua. Mi preferida es "postureo". Me resulta garbosa y muy plástica. Bien  sabían Arniches y los libretistas de zarzuela de la importancia de las posturas para retratar a sus personajes sandungueros y jacarandosos, como por ejemplo, Serafín el pinturero y tantos otros.
   Recuerdo el asombro que produjo a dos amigas queridas, Josefina y Marga, el oírme usar este vocablo, sabedoras ellas de lo que me gusta e importa la lengua y su enjundia y de cómo me duele que la vapuleen políticos, periodistas y otras gentes descuidadas. A nadie con buen oído verbal le extrañaría que se calificara de "posturas " o mejor aún "el posturas" a un pisaverde con maneras afectadas y aire envarado o tieso.
 No sé si he empleado "famoseo" alguna vez, pero la prefiero al horrible calco "celebridades" que se oye cada vez más.
 En cuanto a la última en irrumpir, "fantasmeo", tiene también su ocurrencia y hasta su gracia. Por lo que colijo, alude a quien -como se decía antaño- dijo que iba por el periódico y no volvió más. Se desvaneció como si de un fantasma se tratara. Más vale llamarlo así que calcar el "ghosting".  El recurso al -ing del inglés en puentin, futin, etc., causa ya hartazgo amén de resultar incomprensible para cualquier anglófono.

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