sábado, 31 de diciembre de 2016

DÍAS FESTIVOS: ZARZUELA, BLOOMSDAY,TEATRO, EXPOSICIÓN DE LAS CARTAS A MATHILDE POMÈS

De París a la Zarzuela. El 27 era el Concierto de Navidad, titulado Brindis, y no era cuestión de perdérselo. Yo creo que en los programas de zarzuela tendría que incluirse una nota que dijera que se trata de un género salutífero, euforizante y antidepresivo.  Me alegro sobremanera de que alguien, no sé quién, disfrutara de la entrada que regalé. El programa fue un acierto: zarzuela, opereta francesa y opereta vienesa, en este orden; Gerónimo Giménez, Amadeo Vives, Fernández Caballero, Offenbach, J. Strauss II, Franz Lehár.  En la segunda parte, una desparpajada y feliz espectadora no pudo contener el gozo y gritó: "Vaya concierto bonito", y el director musical, Óliver Díaz, que además de llevar con brío al coro y a la orquesta estaba disfrutando de lo lindo del ambiente tan festivo y simpático, con buenos reflejos, replicó: "Muchas gracias". Unos días antes, en París, en casa de mi amiga Florence, organista y soprano además de escultora, habíamos escuchado a Teresa Berganza en la pasional romanza de Rosa, de los Claveles. Florence comentó que la zarzuela era comparable a la opereta francesa y vienesa. Eso fue, justamente lo que proponía el programa,  y a fe que lo consiguió. La soprano Sabina  Puértolas, con su voz hermosa, llena de matices y su virtuosismo contribuyó notablemente a realzar el parangón entre los  géneros afines, llenos de chispa y calidez. La concertino descorchó una botella de champagne, aunque no como el que tomamos nosotras, auténtico y excelente, y lo escanció en la copa del director y de los músicos. Al final hubo bises de villancicos: Adeste, fideles y Noche de paz.
Al día siguiente celebramos la reunión mensual de cada último miércoles de mes de la Bloomsday Society de Madrid, en la Sala Pardo Bazán del Ateneo. Hubo luego caña o copa de vino ad libitum.
El 29 tocaba teatro: La Cocina, de Arnold Wesker, en el Valle-Inclán. Obra interesante que mantiene la tensión dramática sin desmayo, con un reparto mixto, de profesionales y actores de ocasión,  de gran eficacia. El ministro, no pregunté cuál, pero supongo que sería el que mandó quitar  de su despacho el retrato de Unamuno por G. Solana, no quiso ir y así encontré una entrada buenísima sobre la marcha cuando estaban agotadas desde hacía tiempo.
Ayer visita, de nuevo, a la exposición de la Sala hipóstila de la BNE: Cartas a Mathilde Pomès, cuya comisaria, Elisa Ruiz donó el epistolario de Mathilde Pomès, la primera agregada de Español en una universidad francesa, a la BNE.
Es una pena que la misiva de Unamuno, muy sustanciosa, no sea autógrafa.  La de Antonio Machado sí lo es. Ahí está, en la foto.  También posamos con Ortega.
                  El escenario de La cocina, en el Valle-Inclán, tras terminar la función.


Los de la Bloomsday Society en la cantina del Ateneo el 28, día de los Inocentes






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