domingo, 18 de diciembre de 2016

DE SIETES Y TOMATES

Las metáforas populares suelen estar llenas de chispa y tino verbal. Leyendo un poema estupendo de Pablo Jauralde sobre los calcetines, uno de sus motivos recurrentes, se me ocurrió una reflexión a vuelapluma sobre la diferencia entre hacerse un tomate o un siete, dos vocablos coloquiales, graciosos y expresivos que entiende y usa mucha gente. Los tomates son agujeros tirando a grandes que se hacen sobre todo en calcetines y medias. El DRAE dice que también en guantes de punto. Es el tipo de tejido el que le da esa forma atomatada al roto. Y el tomate inspirador de la metáfora en cuestión ha de ser el de toda la vida y no el pequeñito al que llaman guinda, creo, ni el que tiene forma de pera.
En cuanto al siete, es un rasgón en forma angular, como el número 7, más o menos, al derecho, al revés o al sesgo, basta con que tenga algún trazo angular. Este tipo de roto no se hace en el punto sino en tejidos de mayor resistencia, telas o pieles; también en el plástico. ¿Pero qué pasa con la arpillera? Pues es posible que este material pueda compaginar el tomate y el siete, aunque no estoy muy segura de ello. Habré de verificarlo. Ahora falta saber cómo se llaman los boquetillos de la suela de los zapatos de Bradomín- Ramón María del Valle-Inclán  en la magnífica foto de Alfonso, que no me atrevo a poner aquí ya que desconozco los vericuetos relativos a los derechos de  imagen. Seguiré indagando y habrá otra entrada  de más enjundia sobre rotos, incluido el del Quijote, el Roto.