lunes, 1 de febrero de 2016

EL RETABLO DE MAESE PEDRO

Viendo la saña y animadversión de alguna soi-disant  feminista contra el Tenorio pienso en el sabio Cervantes y en su episodio de la segunda parte del Quijote: "El Retablo de Maese Pedro", al que puso música deliciosa Manuel de Falla, el melancólico. Hace un par de días pude disfrutarlo en el Teatro Real, en una función para niños. Añadiré alguna imagen de la representación, realmente bonita, y de los muñecos que se exhiben en la exposición sobre Falla y Zuloaga en Cibeles.
Por cierto, he de decir que los niños se comportaron debidamente pese a que algunos no tenían aún dos años.
Tal vez si los mayores llevaran más a los pequeños a espectáculos de buen gusto como el Retablo y menos o nada al campo de fútbol, escenario de los improperios más bárbaros y teatro de los odios más tribales,  andando el tiempo nos toparíamos con menos adolescentes de temple de energúmeno.
Siguiendo por esa senda grotesca, ramplona y propia de gente indocumentada  a la que me refería al comienzo, me inquieta lo que podrían hacer tales correctores de estilo e índole  moral con Drácula, la Celestina, el Lazarillo,  Zeus tonante y qué sé yo cuántos otros personajes literarios poco edificantes para sus menguadas entendederas. He llegado a abrigar la convicción de que hay obras que se salvan de su tijera puritana, simple y llanamente,  porque no las conocen. Que así sea. Si no, pobre Valle-Inclán y su Bradomín, por no dar más ideas.
 Ramón Pérez de Ayala, en su estupenda novela madrileña Troteras y danzaderas, recrea el episodio cervantino llevándolo a la lectura de Otelo  que efectúa su alter ego literario ante una prostituta quien, naturalmente, se encoleriza como don Quijote cuando el  moro, arrebatado por unos celos infundados, -si es que los fundados han de ser considerados como tales- se dispone a perpetrar su venganza en Desdémona, la malhadada según la etimología griega de su nombre.
Lo malo es que los desconstructores del Don Juan no son tiernas y adorables figuras literarias como el Quijote o la  Verónica de Troteras sino esquinadas y desmañadas personas cuyo rencor no encuentra mejor sumidero y se dan a malbaratar la literatura como desfogue.