lunes, 15 de octubre de 2018

EL LÓGOS DEL MANZANARES EN COBALTO TORNASOLADO

Ayer, paseando por Madrid Río, saqué esta foto que acabo de ver y me ha parecido singular y algo inquietante. Cuánto me gusta lo que dice Ortega en las Meditaciones del Quijote, hace más de cien años: “Para quien lo pequeño no es nada no es grande lo grande”. No sé si algún pintor podría fraguar este azul  cobalto tornasolado que irradia el agua, pero el domingo percibí algo singular. Había corriente, el Manzanares era lo que es, lo que le procura su encanto: un arroyo de montaña con un nacedero de los más bellos que he visto, en el Ventisquero de la condesa, donde los berrocales de la Pedriza nos ofrecen un espléndido taller de escultura y la luz nos regala un celaje único, que te levanta,  como exclama Unamuno: "Tú me levantas, tierra de Castilla,
                                            en la rugosa palma de tu mano,
                                             al cielo que te enciende y te refresca,
                                              al cielo, tu amo.
                        

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