domingo, 16 de octubre de 2016

LA LARRARRAMONIANA EN TOLEDO (V)

Desde Locum calle del malhadado Ángel Guerra y restaurante señorial, la comitiva se fue serpenteando costanillas, plazuelas y travesías, rumbo, de nuevo, a Zocodover, ágora que fue renombrada por sus pícaros, que no desmerecían ante los del sevillano Monipodio.  Desde  Zocodover desciende la calle de Cervantes, que allí estuvo la Posada donde sirvió la bella Constanza a quien ahora veremos:


Algo alicaída se encontraba aquel día la primera actriz, Sara Olimpia Román Márquez. Mas su profesionalidad y buen oficio hicieron que, con todo y con eso, leyera la carta, que no oración, de su enamorado Tomás de Avendaño, quien ,sabedor de que  el recato de la hermosa muchacha le hubiera impedido aceptar una misiva amorosa de su parte, confundió a la muchacha. Tras leerla, la rompió con brío, zaherida por la treta de que se había valido el mozo.

Novela de anagnórisis como La gitanilla, La Ilustre Fregona tiene comienzo trágico y final feliz, eso sí, tras las pruebas pertinentes que garantizan, como  en la Odisea, en todo relato tradicional de postín, la autenticidad de la heroína, una vez casados los dos trozos de papel y engastadas las dos partes de la joya, la cadena que dejó su madre al depositarla en Toledo camino de Guadalupe, donde quería rogar sus desdichas a la virgen extremeña.
Tras la cervantina escenificación, pasamos, que es de obligado gusto y cumplimiento gozoso, a repartir nuestro emblema más preciado y precioso: los trampantojos. Ahí vemos al embajador de Santa Luz con su zurrón de los chicos de Liverpool repleto de la gollería más afamada y esperada cuando desciende el telón. De cinco jornadas constó nuestra toledana representación, tal cual las comedias auriseculares.


A continuación de la foto de la compañía tenemos la del grupo al completo, hecha por una gentil paseante que aplicó recorte y tapón de unos a otros. Se mejorará la próxima vez. Lo prometo.

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