miércoles, 19 de octubre de 2016

¿CÓMO SE PERGEÑA UN TRAMPANTOJO?

Es una labor primorosa, que requiere trabajo en equipo y mucho entusiasmo.  Ya una vez os mostré, paso a paso, la confección y hasta, si la memoria no me juega un ídem, creo recordar que enumeré asimismo algún que otro uso del trampantojo, una vez que está cumplido y saboreados sus cuadritos y hermosas leyendas. No obstante, se trata de un repertorio ornamental abierto  y cualquier sugerencia pertinente será bien venida. Si alguien tiene nevera y no usa el fogón, podrá colgarlos, incluso de la puerta en lugar de los imanes, se me ocurre. Aquí vais a verlos embelleciendo estancia más señorial que la cocina. Exhíbanse ad libitum.
Queda muy propio si el papel es de primera. Ante todo no debe transparentarse ni  un ápice. En cuanto al color, el crudo, crema, marfil o hueso resulta muy, pero que muy elegante. Es un tono que realza el gris oscuro de las figuras y las citas.
La tarea previa de selección de textos, huelga decirlo, es tan primordial como el acabado de cada pieza. Teniendo en cuenta que solo trabajamos con madera excelente, el dilema se plantea por exceso nunca por defecto. Nuestros autores son multívocos, fecundos y variados. No nos resta más que un poco de inspiración y tijeras, virtuales en este caso. Las toledanas nos serán irrenunciables, como veréis, en la segunda fase. La lectura dioramática ha de comenzar con el que lleva el título: Jornada toledana.
 Procedo  a enseñaros, con la ayuda de Virginia Menéndez, actriz y recitadora del elenco ramoniano,  el busilis del asunto:

               Helo aquí, nuestro trampantojo, entero y plegado; 

Y, ahora, lo desplegamos






















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