sábado, 6 de octubre de 2018

SARDINAS Y ZARZUELA

Me he encontrado estas sardinas en la plaza y ahí están. No las iba a dejar. Me recuerdan a las sardinas de cuba que vendían en los ultramarinos de antaño. Están prensadas y saladas, y son muy sabrosas, pero cuesta despegar la carne. Hay que prepararlas envolviéndolas en papel de estraza y pillándolas con la puerta. Luego se desmigan y se aliñan con aceituna negra cacereña y cebollitas. Así es como las preparaba mi
madre. Las sardinas me han dado tanto ímpetu que me he ido corriendo a la Zarzuela, a ver “Cosacos del Kazán...” con Rocío Ignacio  en el papel de la princesa Katiuska, del
maestro Sorozábal, con un inmenso Carlos Álvarez, el soviet desgarrado en el dilema eterno: honor o amor. Bonita, bonita función, con una música deliciosa, y, mi cantante favorita, la que mejor modula, la de la voz cálida, la que baila el mantón como ninguna otra, la de más garbo, la extraordinaria actriz  y soprano Milagros Martín en el papel de Olga.




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