sábado, 10 de diciembre de 2016

SOLILOQUIO SOBRE LO MISMO O PARECIDO

No hace mucho, pasé por una página de soi disant filólogos. Quiero decir que lo eran en tanto que profesionales, pero su olfato verbal y su sentido de la lengua era más bien menguado. No fue eso sin embargo lo que hizo que yo saliera huyendo sin despedirme tras haber solicitado mi adscripción. De inmediato me la concedieron pero no estuve allí ni venticuatro horas. Ello fue que hablaban de una etimología que se airea mucho últimamente. Por más que insistan yo sigo pensando que  la que defienden tiene todo el aire de ser una etimología popular. Es solo algo que yo barrunto, a falta de fuentes y testimonios que sustenten la que alegan los otros.  No sé ni aduje otra mejor. No hice más que decir eso, escuetamente, que tenía trazas de etimología popular, lo cual es sumamente atractivo y curioso, por cierto, y muestra que como dice el Quijote a Sancho, sobre la lengua tiene imperio el pueblo.   Les pregunté asimismo  por la fuente en la que se apoyaban, y el administrador de la página me espetó  airado que él se fiaba del periódico en cuestión.  Gran rigor, pardiez. Y sucedió que una pregunta tan elemental como la mía suscitó un par de reacciones groseras. Nada tenía que ver el tono de quienes me afeaban mis palabras con un debate de índole filológica. Otra filóloga hubo que más parecía verdulera a la que han pisado el meñique con zapato de aguja. Vino a decir más o menos que si yo sabía tanto a qué esperaba para compartirlo con los demás.
¿A cuento de qué hay que aguantar tamaña falta de educación, me dije?  Tengo para mí que es cosa cotidiana en los foros. Hay sujetos que ven en ellos un desagüe de primera para sus malos humores, inquina e inseguridad violenta.
Felicito por ello a quienes no dejan opinar en su blog, como Gonzalo Hidalgo Bayal, o bien a quienes, repletos de paciencia, como mis amigos de la Gatera de la Villa, llaman la atención al que se propasa y, si se tercia, con gran elegancia, le dicen que no recogen sus palabras porque ya le habían advertido de que gastara buenos modales si quería continuar opinando.

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