Entre tanto, el talento y vigor inmarcesible del pintor continúa inspirando y nutriendo la veta creadora de muchos artistas de varias latitudes, en todas las ramas de las bellas artes.
Ayer asistí a la inauguración de la exposición del austriaco Arnulf Rainer sobre Goya. Las salas de Calcografía Nacional que preceden al Gabinete Goya, donde se guardan las planchas de cobre de sus series de grabados y el tórculo que empleó, son el lugar privilegiado de exhibición de la muestra, dedicada por entero a piezas elaboradas a partir de otras del ingenio aragonés. La forma que tiene Rainer de rendir tributo de admiración al maestro no es la más convencional; confiesa que realza el original aplicándole, en ocasiones, manchas, tachaduras o borrones. También abstrae retratos femeninos y los traslada a soportes distintos produciendo así un efecto visual cristalino de máxima eficacia.
El hacer de Rainer tiene un aliento iconoclasta y grafitero palmario. Él afirma que se trata de una agresión afectuosa hacia su modelo, cuyas obras utiliza como capa de fondo en una pintura desprovista de layas.
Grafito y tinta sobre papel, láser y acrílico, son algunos de los materiales aplicados o superpuestos por Rainer a Caprichos, Disparates o retratos.
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