miércoles, 21 de septiembre de 2011

ARNULF RAINER EN LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO

     La savia de Francisco de Goya es de verdad proficua. En Amsterdam,  acaban de desvelarnos un nuevo retrato oculto;   bajo el de Ramón Satué, los instrumentos técnicos punteros descubrieron a José de Bonaparte, plasmado, es de suponer, antes de que decayera su poderío.
Entre tanto,  el talento y vigor inmarcesible del  pintor continúa inspirando y nutriendo la veta creadora de muchos  artistas de varias latitudes, en  todas las ramas de las bellas artes. 
       Ayer asistí a la inauguración de la exposición del  austriaco  Arnulf Rainer sobre Goya.  Las salas de Calcografía Nacional que preceden al Gabinete Goya, donde se guardan las planchas de cobre de sus series de grabados y el tórculo que empleó,  son el lugar privilegiado de exhibición de la muestra, dedicada por entero a piezas elaboradas a partir de otras del ingenio aragonés. La forma que tiene Rainer de rendir tributo de admiración al maestro no es la más convencional; confiesa que realza el original aplicándole, en ocasiones, manchas, tachaduras o borrones. También abstrae retratos femeninos y  los  traslada a  soportes distintos   produciendo así un efecto visual cristalino de máxima eficacia.

El hacer de Rainer tiene un aliento iconoclasta  y grafitero palmario. Él afirma que se trata de una agresión afectuosa hacia su modelo, cuyas obras utiliza como capa de fondo en una pintura  desprovista de layas.                



Grafito y tinta sobre papel,  láser y acrílico,  son algunos de los materiales aplicados  o superpuestos por Rainer a Caprichos, Disparates o  retratos.

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