Siempre hay algún vecino sentado al pie de este James Joyce, y yo no digo nunca a nadie que se quite para dejarme hacer una foto. Lo mismo pasa con el Calderón de la Plaza de Santa Ana. David, mi guía del Ulises por las calles de Dublín, me dijo que había otra estatua mejor que esta, aunque menos conocida porque está en el patio interior de un elegate hotel, el Merrion. La pongo a continuación. Además, Joyce reposa sobre una plataforma con los capítulos de la novela en gajos. Gracias David. Fue un paseo fantástico, inolvidable.
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