miércoles, 12 de octubre de 2016

LA LARRARRAMONIANA EN TOLEDO (IV)

Y llegó el momento del yantar. Y nos fuimos, como ya saben los lectores a Locum, en la calle donde estaba la morada de Ángel Guerra cuando llegó a Toledo en pos de su camino de perfección con  final aciago. Locum es un restaurante de solera en un espléndido edificio del XVII, con madera a la vista y paredes pintadas de ocre con aguas. Tiene aire de corrala con su espacio interior abierto. La comida es finolis pero descifrable con el solo canto del camarero, que la anuncia tras repartirla animoso aquí y allá, pues es comida compartida, como antaño se hacía en el campo tras la faena, con su vino blanco o tinto, y con su cerveza si se tercia.
Hete aquí, plato a plato,  el opíparo almuerzo que nos regalamos:
       Menú nº1

Entrantes a compartir (1 ración cada 3 personas)

Oreo de turrón de higado de pato con queso manchego
---
Tiradito de salmón rojo marinado en 1085.
---
Atún marinado en escabeche crema de berenjenas y dulce pimiento.

Segundos
Bacalao con gachas manchegas y torreznos.
*** ***
Lasagna de tartar de ternera.
*** ***
Pastel templado de chocolate.

Vino tinto: D.O. Mancha   .

Agua
Café 100% Arábica
Pequeños dulces


LA LARRARRAMONIANA EN TOLEDO (IV)

Y llegó el momento del yantar. Y nos fuimos, como ya saben los lectores, a Locum, en la calle donde estaba la morada de Ángel Guerra cuando llegó a Toledo en pos de su camino de perfección, que a la postre  tendría un  final aciago. Locum es un restaurante de solera en un espléndido edificio del XVII, con madera a la vista y paredes pintadas de ocre con aguas. Tiene aire de corrala con su espacio interior abierto. La comida es finolis pero descifrable con el solo canto del camarero, que la anuncia tras repartirla animoso aquí y allá, pues es comida compartida, como antaño se hacía en el campo tras la faena, con su vino blanco o tinto, y con su cerveza si se tercia.
Hete aquí, plato a plato,  el opíparo almuerzo que nos regalamos:
       Menú nº1

Entrantes a compartir (1 ración cada 3 personas)

Oreo de turrón de higado de pato con queso manchego
---
Tiradito de salmón rojo marinado en 1085.
---
Atún marinado en escabeche crema de berenjenas y dulce pimiento.

Segundos
Bacalao con gachas manchegas y torreznos.
*** ***
Lasagna de tartar de ternera.
*** ***
Pastel templado de chocolate.

Vino tinto: D.O. Mancha   .

Agua
Café 100% Arábica
Pequeños dulces



 Tras los postres llegó la hora de la música más marchosa y deleitable: la zarzuela. El huésped del Sevillano, de oriundez cervantina y con música del maestro Guerrero, nos elevó el ánimo para continuar la muy cumplida jornada en la tierra de Garcilaso.
Al sesgo, (y bien que he intentado enderezarla) la soprano de la compañía, Amparo Cañizares,  que de estirpe de dramaturgo famoso, con calle entre Atocha y Magdalena, le viene a ella el arte  de Talía y Apolo.

LA LARRARRAMONIANA EN TOLEDO (III) AL PASAR POR EL ALCANÁ

Desde el Puente de San Martín, camino del restaurante Locum, pasamos por la judería. Allí se hallaba el Alcaná,  callejuela donde se vendía y compraba todo lo imaginable y más. En el trascendental y vanguardista capítulo IX de la primera parte del Quijote, escribe Miguel de Cervantes:

"Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sédero;  y como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con carácteres que conocí ser arábigos. Y puesto que aunque los conocía no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara.  En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco en él, se comenzó a reír.
Preguntele yo que de qué se reía, y respondiome que de una cosa que tenía el libro escrita en el margen por anotación. Díjele que me la dijese, y él,  sin dejar la risa, dijo:
-Está , como he dicho, aquí en el margen escrito esto:
   Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha.
Cuando yo oí decir Dulcinea del Toboso, quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote".

Deguste cada cual, a sabor, esta maravilla de cala cervantina, y sonríase o ría con él de su cita espejo. He respetado los dos vocablos esdrújulos  que hoy son graves por mor de la musicalidad y el ritmo de la lectura, que yo recomiendo que se haga en voz alta.
La compañía junto a la estatua de la divinidad tutelar de la lengua española, don Miguel de Alcalá de Henares,  al comienzo de la calle epónima.

domingo, 9 de octubre de 2016

LA LARRARRAMONIANA EN TOLEDO (II)

Helo aquí, al escritor, en el Puente de San Martín, cabe el Torreón del Baño de la Cava, contándonos la vieja leyenda de la Cava y el rey godo.
En este mismo punto, Carmen Rodríguez Santos nos  relató las vicisitudes del bifronte héroe galdosiano Ángel Guerra,  que ya su nombre antitético nos dice de esa condición suya.  Guerrero en Madrid, al comienzo de la novela, se viene a Toledo con el propósito de imprimir un cambio completo a su vida, inflamado de espiritualidad por su amor a una joven muy peculiar llamada Lere.   Por este Puente pasaba Ángel Guerra camino de su Fundación,  hogar de menesterosos.  Después, regresaba a su domicilio en la calle de Locum. Y allí nos dirigimos todos al concluir este acto, al restaurante Locum, como se verá en el capítulo IV.



El Tajo bajo el Puente. Aquí tiraron a Felisa, protagonista de El Baño de la Cava.   Por entonces, aún no  habían estrangulado al río  por torsión para que la huerta murciana sobrepujara a la de los pueblos ribereños de Madrid y Toledo. No diré que presentaba la pujanza lisboeta, pero sí se asemejaba más al Tajo fornido que divisamos en Alcántara a punto de penetrar en tierras portuguesas. Lola me confirma que ella lo recuerda bien. Así comienza en la novela de Alfonso el apartado: "El ruido del mar":

"El Puente de San Martín. Es impresionante. ¡Y cómo suena el agua, madre mía!
-¿Y es verdad que la mujer del arquitecto lo quemó para salvar a su marido? ¡Madre, qué historia!"
El Baño de la Cava, Premio Felipe Trigo 2000, página 56 en la edición de 2016 en Amazon.