domingo, 27 de noviembre de 2011

TEATRO DE CÁMARA CHÉJOV

Un correo de Carmen, adjunta a la dirección del Chéjov,  me dice que la situación es insostenible y el cierre inminente. No quiero creerlo.  Supondría perder un lugar único,  donde impera el buen gusto.


Ayer estuve viendo  Noches blancas por tercera vez.  No tendría nada de particular. Cuando una obra reúne tantas virtudes como esta, suelo repetir.  Pero lo malo es que, en esta ocasión, quería apoyar a mis amigos del Chéjov, Ángel Gutiérrez, Carmen, María Muñoz, la protagonista, Carlos Herencia, El soñador, y el resto de las personas a las cuales estoy sumamente agradecida por haberme proporcionado tantos ratos de auténtico disfrute e intenso placer.  Madrid no debe quedarse sin un espacio tan singular e irrepetible como el Chéjov, máxime en tiempos de zozobra, cuando los placeres de la inteligencia y la imaginación pueden tornarse en alivio, refugio y bálsamo anímico. Somos muchos los amantes del buen teatro, madrileños y visitantes; necesitamos que siga el Chéjov.