¡Qué gozada de concierto y medio! Seis propinas, incluidos dos bises de verdad, como ha dicho José Bros, que nos ha regalado un “No
puede ser”, de La tabernera, digno de Kraus. Además Ruth Iniesta y él han bisado la jota de La africana, de la cual he grabado casi todo. Arranque trepidante con el preludio del Tambor de granaderos, de Chapí, luego, claro, Luisa Fernanda, y el apacible rincón de Madrid, Doña Francisquita y el humo del fuego, la mujer de los ojos negros que tiene sangre agarena, del Huésped del sevillano, el fantástico preludio de La Revoltosa... Así puedo reflexionar y recordar lo bien que lo hemos pasado. Eso no me lo quita nadie. La zarzuela euforiza durante un buen trecho.
Luego, de paseo a casa, he visto que, al fin, buena hora era ya, la calzada de Carretas rememora la gran botillería de Pombo. Torpona yo, no he conseguido sacar la leyenda completa.
Los libros me perdonarán en su día. Iba a decir una chulería pero lo dejo. Ortega recomendó sabiamente a sus hijos que no dijeran nunca obviedades.
¡Viva la zarzuela !