No obstante, es frecuente oír y encontrar ejemplos en los cuales se utiliza este adjetivo con el sentido que tiene en inglés o en francés, no habiendo para ello más razón que el descuido y desamor a la lengua y a los usos pertinentes del habla. Hay un blog que registra noticias pintorescas de diversos lugares de nuestro país y se llama, erróneamente, La España bizarra. En los textos del Siglo de Oro se encuentra con frecuencia el adjetivo "bizarro" o "bizarra" con el significado idóneo antedicho.
Si saltamos al siglo XX, en la espléndida zarzuela Luisa Fernanda de Moreno Torroba, de ambiente romántico, los libretistas, Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, llaman "bizarras" a las encinas extremeñas de la finca del desdichado, caballeroso y bizarro Vidal, quien elegantemente renuncia al cariño de la protagonista en vista de que no hay duda de que a quien ama realmente es a Javier. He aquí la estrofa de marras:
En mi tierra extremeña
tengo un nido de amores,
entre encinas bizarras
y castaños y robles,
donde el pájaro quiere
que una pájara venga
para ser soberana
de mi casa labriega.
La FUNDÉU, a veces más atinada que la RAE, ha comentado el error. Pero no hay manera. Hace sólo un par de días oí "bizarro" mal empleado en RNE. Fue entonces cuando pensé en dedicarle un apartado en mi cuaderno El sabor del habla, incluido en Las cañas de Midas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario