Eso tienen los dislates, que, por lo general, no llegan solos sino que se enristran.
Y, así pues, parió la abuela. Que a nadie se le ocurra ver los toros desde la barrera, ni echar un galgo a nadie, ni propinar el abrazo del oso, ni tirar al monte, y mucho menos ir a la misa del Gallo, aunque estemos en Navidad; porque si lo hace habrá de vérselas con la nueva brigada agresivozoteverbal, que no se anda con chiquitas. En vista de lo cual, voy a ver si hay suerte y mato dos pájaros de un tiro.
Pasen y lean:
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