En el blog de lengua de un conocido profesor de estirpe de filólogos leo el marbete: Truco para distinguir "a" de "ha". No me he tomado la molestia de averiguar en qué cifra el redactor del cuaderno la triquiñuela. Yo, simplemente, la trocaría por un consejo, o, si es menester, por una orden perentoria: "estudia gramática", "interésate por la lengua, es apasionante". De esta forma aprenderás a distinguir el verbo de la preposición, por más que sean homófonos. El citado no es el único caso de homofonía, aunque en los otros que se me ocurren no medie la "h": "de" y "dé"; "bajo" y "bajo" y, si
se quiere, hasta "bajó"; "para" y "para" y ¡para!
Los trucos son estupendos para la vida práctica y las tareas domésticas e imprescindibles para los magos. Conocer la lengua, sentir curiosidad por sus secretos y paradojas, formularse preguntas acerca de los decires y sus misteriosos caminos, es harina de otro costal.
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