Necesito al filósofo y al poeta para ver con ellos lo no previsto, formular lo invisible, divisar el halo, sentir el eco y el perfume de las cosas. No hay verdad, empero, si no se siente antes. Los libros vienen luego y sólo completan, se acoplan a la media parte propicia, aclaran.
¿Qué hay de alimento? - pregunta el peregrino- lo que usted traiga, responde el hospedero.
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