sábado, 31 de octubre de 2015

JANELAS II MUJER VENTANERA

Cuando ya salí de los términos de la infancia, como diría Cervantes, seguí leyendo y leyendo como una loca e interesándome por las cosas de la lengua, primero, de forma espontánea, después, estudiando francés, inglés, alemán, ruso, latín griego, portugués. Mi hambre verbal es insaciable, la verdad, sobre todo en mi lengua. Sólo en ella puedo escudriñar los secretos que se me hurtan en las lenguas aprendidas por  el estudio. Fue así como llegué a descubrir, sin buscarlo, dónde estaba la raíz del mal. El refranero español no dejaba dudas al respecto. Gran baldón recibía la mujer aficionada a otear lo que pasa en la calle, como diría Mairena, o, simplemente, a divagar mirando el cielo. Hay grados de brutalidad en la casuística de los modismos que condenan a la mujer que tiene esa querencia, pero el más liviano que se encuentre no deja de ser bárbaro y lleno de incomprensión y misoginia, y los hay, casi todos, de bajísima estofa. Aquellos que recurren a elementos de la naturaleza y el mundo vegetal en lugar de exponer el juicio denigratorio sin tapujos no son, empero, menos vituperosos.
He aquí un ejemplo:  "Mujer en la ventana, parra en el camino real", catalogado como de origen judío-español en mi Refranero, compilado por Martínez-Kleiser y Calvo Sotelo y editado por la RAE.
A veces la ventana y la puerta aparecen juntas, sin embargo, la puerta tiene otras muchas connotaciones y carece, en cambio, del simbolismo de la ensoñación que procura la janela:
"La puerta y la ventana son encanto de la moza holgazana".
Dejaremos si acaso para otra ocasión las puertas.   El que sigue es una variación del primero. Continuamos  con la parra, cosa nada rara en nuestra cultura y menos en el mundo agrícola origen de tanto modismo:  "Mujer de ventana, racimo de parra".  Un par más de ellos tan siquiera para mostrar la vitalidad de las imágenes viñeras y lo interesante que es, en la tradición oral, coplas populares, romancero, observar el aporte individual  de la variante sobre poso común:   "Mujer ventanera, uvas de carrera", "Mujer ventanera, viña en carrera".  También es notable la sabiduría sintáctica, cómo se sintetiza, refuerza y proyecta el predicado con el recurso de la oración nominal pura, frecuente en griego y ruso, pero casi desaparecida hoy en español, salvo en el lenguaje publicitario. Cuando en clase de Griego explicaba estas oraciones me veía obligada a echar mano del refranero o de los títulos de dramas del Siglo de Oro, El mejor alcalde, el rey, para los ejemplos.
Pasamos ahora al lenguaje más soez, sin vestimenta ni tapadillo de ningún tipo:  "Moza ventanera, o puta o pedera". No registra el  DRAE el adjetivo  "pedera" que se sigue usando en América con el significado de "lenguaraz".  Zafio como el solo es el siguiente: "Mujer ventanera, el culo dentro y el pecho y la cara fuera".
Saltamos al capítulo crucial del matrimonio, que no podía faltar. No cuesta adivinar por dónde irán los tiros: "Moza ventanera, ni casada ni casera" ; "Moza ventanera, ni casada ni soltera"; "Joven ventanera, mala mujer casera"; "Mujer ventanera, ni para dentro ni para fuera".
Me parece que la cosa ha quedado meridiana con la muestra, mas voy añadir uno más en español, curioso, ya que tiene la forma de admonición paterna o materna y otro en portugués, de una refranero algarvio:  "Sufriré hija golosa y albendera, mas no ventanera"; "Em casa de  gente honesta, nâo há porta com tramela nem moça na janela". La bonita palabra de origen árabe "albendera" vale por "zascandil" o "callejera".
El repertorio es copioso pero no merece la pena seguir ampliándolo aunque sí registrándolo y estudiándolo. No se puede tratar a la lengua con criterios inquisitoriales podándola  lo que no es de nuestro agrado. No hace mucho, oí a una conocida  locutora,  tan desparpajada como ignorante, pedir a la RAE que suprimiera la acepción peyorativa que tiene el gentilicio "gallego". Desconoce esta mediocre profesional que dicha acepción se predica del español en algún país americano, y no sólo del  gallego. Al consignarla el diccionario está cumpliendo con su tarea de reflejar el uso;  lo que sí puede hacer el hablante es desusar las expresiones bárbaras de toda índole o las voces que no le gusten.Yo no he  empleado jamás el vocablo "judiada", pero no se me ocurriría decir que lo quitaran del diccionario.  Refleja una situación histórica de menosprecio, qué duda cabe, a un pueblo,  de la misma manera que el "gallego" en el sentido de "bobo" delata un resabio xenófobo. En la lengua hay huella de los afanes, sentires y pareceres nobles e innobles, de épocas pretéritas y más cercanas. Sobre ella, como le dice el Quijote a Sancho en la Ínsula Barataria, tiene imperio el pueblo, su auténtico demiurgo.  Con frecuencia, son los pedantes de la política y la prensa los que, pro domo sua o por mera falta de sensibilidad la maltratan o  someten a violencia poniendo en circulación expresiones cursiloides como  "poner en valor" o la abominable  "modelo a seguir".
La lengua no delinque ni, en consecuencia, se la puede sentar en el banquillo como hacen algunos ignaros.
Carmen Martín  Gaite, Carmiña, que tenía muy buen oído para los dichos populares y una gran capacidad histriónica,  recogió en su obra y en su poesía el trasfondo que revela el asunto este de la mujer venatanera.  Aquí dejo el vínculo de un trabajo de "Espéculo" sobre este particular:
https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero19/ventana.html




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