Esta tarde, otra vez más en Portugal, contemplaba el hermoso monumento a Eça de Queirós. La grave inspiración de Teixeira Lopes ha logrado dar una muy íntima expresión al rostro del terrible psicólogo, del hombre implacable para las flaquezas de su tierra.
Aquel hastiado, aquel escéptico, se inclina para mirar con mirada escudriñadora la imagen de la Verdad, sobre cuya “fuerte desnudez” quiso echar “el manto diáfano de la fantasía”. (Esta su frase figura al pie del monumento.) Pero la fortaleza de la desnudez parece como que rompe y deshace el manto de la fantasía. No la hay aquí para velar siquiera la verdad.
MIGUEL DE UNAMUNO
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